Tras la visita al Templo de Luxor, volvimos al barco, almorzamos, y nos trasladaron al que fue nuestro hotel durante una noche en Luxor: el Sonesta St. George.
Como hacía calor, bajamos a darnos un baño en la magnífica piscina, con vistas al Nilo, que tiene el hotel.
Tras el remojón, y mucho más fresquitos, fuimos junto con Carla e Ismael (una parejas bastante apañá y simpática que conocimos en el barco) al Museo de Luxor.
Éste sí es un museo en condiciones. Es verdad que es chiquito. Si lo comparas con las dimensiones del Museo Egipcio de El Cairo, es minúsculo, pero si tengo que elegir entre uno de los dos, sin lugar a dudas me quedo con el de Luxor. Aquí, los carteles, en árabe e inglés, te explican lo que estás viendo. Te ponen en situación. El museo está bien iluminado, cada pieza se ve, independientemente de la hora del día que sea, perfectamente. Además, las piezas expuestas, aunque en su mayoría puedan ser mucho menos interesantes que las que se ven en El Cairo, están colocadas siguiendo un orden, tienen sentido y no están amontanadas, sino colocadas con gusto.
En el museo no se podían sacar fotos, como es normal, pero, aunque había cámaras de vigilancia, uno de los guardias de seguridad nos ofreción hacernos una foto junto a la estatua de Amenhotep III, por supuesto pagándole la consabida propina. Rechazamos el ofrecimiento pues, como ya he dicho, había cámaras de seguridad en el museo. Y tampoco nos hacía demasiada ilusión.
Cuando salimos era tarde, así que negociamos con un conductor de calesas para que nos llevara hasta el hotel, pues estábamos los cuatro bastante cansados. El pobre caballo iba a reventar, con los cuatro montados y el conductor, pero llegamos a tiempo al hotel para asistir al espectáculo de baile que había en la terraza.
El primer error fue sentarnos en una de las mesas más cercanas al escenario. En aquel momento ni siquiera pensamos que podían sacarnos a bailar. El segundo error fue no sentarnos las parejas juntas, porque igual así sólo hubiera salido una, y la otra hubiera podido grabar y hacer fotos (lo que hubiera sido aún más vergonzoso, si lo piensas).
El caso es que nos sacaron a los cuatro, a bailar, bueno, a intentar imitar a una chica que bailaba la danza del vientre. En fin, Carla baila danza del vientre desde hace mucho, así que ella lo hacía realmente bien. Yo puedo decir que me defendía, aunque bueno sólo defenderme, nada más. Pero Carlos e Ismael... en fin, verlos fue un espectáculo! Lo peor fue que creíamos que sólo había un par de mesas ocupadas y resultó que las del fondo estaban todas llenas y todos se rieron de nosotros. El camarero cada vez que pasaba por nuestro lado se meaba de la risa. Y con razón. No me sorprendería nada que nos pusieran en el vídeo promocional que emitían a todas horas en recepción... pues creo que poca gente en grupo tuviera tan poco ritmo
Después de nuestro ridículo completo, le tocó paso al Derviche.
El Derviche es realmente chulo. Y debe marear una barbaridad.
Esta vez sólo le "tocó" salir a Ismael, que lo hizo bastante bien, pues dio un par de vueltas o tres antes de casi caerse!
Para terminar, en el último baile, volvimos a salir los cuatro, pero esta vez con mucha más gente, en plan baile colectivo multitudinario.
Nos reímos tanto durante los bailes y después de ellos. Ninguno de los cuatro nos podíamos imaginar que terminaríamos el día riéndonos tanto. Y ninguno de los cuatro se podía imaginar, al coger la calesa, que eso nos daría la oportunidad de llegar a tiempo al espectáculo y pasar por tremendo ridículo... Pero fue divertido. Muy divertido.
1 comentarios:
Me hubiera gustado veros, seguro que lo hicisteis muy bien dadas las circunstancias de atracaros así, sin ensayar, je, je.
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