Realmente, ver Abu Simbel el primer día de viaje es un error. Y no es que el resto de los monumentos no merezcan la pena, ni mucho menos, pero es que el Templo de Ramses II es tan impresionante verlo, que pasas cada día recordando su grandiosidad.
Este imponente templo fue excavado en una montaña de la orilla oeste del Nilo entre 1274 y 1244 a.C. (sólo 30 años tardaron los egipcios de hace 3000 en construir esta maravilla, y en España tardan una vida en hacer una línea de AVE...). Es realmente impresionante verlo e imaginar lo que tuvieron que sufrir los pobres obreros para hacer aquéllo, y la cantidad de personas que tuvieron que morir para darle el caprichito al faraón.
Sigamos con la historia. Está dedicado al propio faraón, con esas cuatro colosales estatuas del mismo adornando la entrada como centinelas, vigilando el tráfico del sur, advirtiendo de la fuerza del mismo, y a los dioses Ra, Amón y Ptah. (Recordemos que los faraones eran dioses también, así que realmente es un templo dedicado a cuatro dioses, aunque lo mandara construir uno de ellos).
Fue descubiero en 1813 por casualidad, porque la arena del desierto lo había cubierto casi en su totalidad y el 1817 consiguieron retirar suficiente arena para entrar al templo.
No se pueden hacer fotos dentro del templo (lo que viendo después lo que cuidan en Egipto su patrimonio hasta sorprende) así que tendréis que ir a verlo para disfrutar de tal maravilla. Aunque bueno, para abrir boca, en google siempre se encuentra de todo.
Para que os hagáis una idea de las dimensiones, en la foto de arriba estoy al lado de una de las partes de la cabeza o corona que se cayó. Mido casi 1,70, y es más grande que yo.
Pero bueno, sigamos con datos interesantes sobre el templo.
En la sala más interior, el santuario, se encuentran cuatro estatuas de Ramsés II, Ra, Amón y Ptah. Antes de que movieran el templo, los días 21 de febrero y octubre (o el 20 según otras fuentes), el primer rayo de sol iluminaba las estatuas de Ramsés II, Ra y Amón, dejando la de Ptah en penumbra, por ser el dios de la oscuridad. (Por este motivo, Ramsés II, en otro lugar del desierto que ahora no recuerdo, construyó otro templo con la orientación precisa para que la estatua de ese dios sí se iluminara. Era un gran constructor este Ramsés). Se supone, aunque vete a saber tú cómo han confirmado esto, que estos días coincidían con el cumpleaños del faraón y su coronación, aunque no puedo imaginarme como pudieron hacer esos cálculos hace 3000 años sin ayuda de nadie... (y no quiero decir extraterrestres... jeje). Tras el traslado, el fenómeno ocurre el día 22 de esos meses, por lo que los hoteles de Abu Simbel, astutamente, cobran más la noche anterior, aunque, según nos contaron, la noche la pasas en el templo, esperando el amanecer.
Junto al templo de Ramsés II, se encuentra un templo más chiquitito, aunque sólo en comparación, en realidad, porque es bastante grande también, que Ramsés II construyó en honor de su esposa favorita, Nefertari, el Templo de Hator. (Pues Nefertari aparece representada como dicha diosa). Digo favorita porque si ya de por sí los faraones eran bastante promiscuos, éste que vivió más de 90 años, no te digo nada. Además tuvo más de 100 años, tumbas de muchos de los cuales se descubrieron en 1995 en el Valle de los Reyes, pero a esto le dedicaré una entrada más adelante.
Lo más destacable de este templo es la altura de Nefertari, representada como la diosa Hator, que mide lo mismo que su marido, en lugar de llegarle a las rodillas como era normal, ejemplo de lo cual lo tenemos en el templo anterior.
Este templo, aunque más pequeño, también es precioso, así que cuando vayáis, no lo despreciéis.
Para terminar la jornada, asistimos al espectáculo de luz y sonido. Precioso. Sobre la roca, mediante láser, te cuentan la historia del templo, de su construcción, de su traslado (porque ya comenté que la ubicación de este templo quedó bajo el lago Násser, aunque éste lo trasladaron antes de la construcción). Tras el espectáculo, los templos quedan iluminados como se muestran en las fotos, aunque verlos en vivo es mucho mejor.
Como último dato, comentaré algo sobre el traslado de ambos templos y el procedimiento de la "nueva construcción" de los mismos.
En primer lugar, construyeron cámaras de cemento armado de las mismas dimensiones que las originales, en las que "pegaron" los trozos de rocas con los grabados y pinturas, y en las que colocaron las columnas y estatuas que se encuentran en el interior de los templos.
Sobre estas cámaras, construyeron una gran cúpula de hormigón armado también, sobre la que colocaron los trozos exteriores de la montaña en la que estaba cavado el templo. De esta forma, la visión exterior es la misma que entonces, aunque al entrar, ya no te encuentras bajo una montaña, sino bajo una inmensa burbuja de aire recalentado, así que ya os podéis imaginar las temperaturas que se respiran...