Egipto Día 4. Valle de los Artesanos

Cuando llegas a Luxor te das cuenta de que es imposible tener tiempo para verlo todo. Al menos en un viaje "normal", de esos que hacemos los turistas del primer mundo, organizado, guiado, excesivamente guiado, cómodo...
Podemos destacar el Conjunto de Templos de Karnak, el Templo de Luxor, el Múseo de Luxor, el Museo de la Momificación, en la orilla oriental (donde se encuentra la ciudad); en la orilla occidental, Colosos de Memnon, Templo de Meremptah, Templo de Seti I, Casa de Carter, Valle de los Reyes, Deir el-Bahri, Tumba de Assasif, Dra Abu´l Naga, Tumba de los Nobles, El Ramesseum, Deir al-Medina, Valle de las Reinas y Valle de los Artesanos.
De algunos de estos sitios no tuve ni siquiera conciencia de dónde se encontraban.



La noche anterior, después de pasar la Esclusa de Esna, habíamos llegado a Luxor, mientras "celebrábamos" la fiesta de disfraces, en la que todos íbamos vestidos con chilabas.
Durante la cena, los recién casados y en viaje de aniversario habían "bailado" en torno a una tarta y se habían dado besitos de amor frente al resto de los "habitantes" del barco. Por suerte, Carlos y yo no "tuvimos" que hacerlo, porque al pobre le hubiera dado algo de vergüenza.
El paso de la esclusa fue menos interesante de lo que me había imaginado. La historia es que a lo largo del Nilo hay desniveles, y en Esna hay uno de éstos. Por lo tanto, las motonaves tienen que pasar la esclusa compensando el desnivel del Nilo. Para ellos, los "encierran" de dos en dos entre unas compuertas enormes y adaptan el nivel del agua al siguiente paso.
Si viajes de sur a norte, como hicimos nosotros, para compensar el desnivel, tienen que quitar agua de entre las compuertas, para cuando se abre estés al mismo nivel que hay más al norte, que es menos que en el lado sur.
La rapidez con que baja la motonave es espectacular, pero como no ves cómo sacan el agua de entre las compuertas, no es tan interesante como me había imaginado. Quizás si haces el recorrido en sentido contrario, de norte a sur, sí sea más interesante, pues deben llenar el espacio entre las compuertas con más agua, para adaptarse al nivel más alto que hay en la parte sur. Le preguntaré a mis padres y mi hermana que estarán en tierras egipcias las próximas navidades.

Aquélla primera mañana en Luxor tuvimos que madrugar, para no morirnos de calor en la visita, así que a las 5 de la mañana estaba sonando el despertador, a las 5 y media estábamos desayunando y a las 6 saliendo del barco. Esa mañana tuvimos que atravesar unos 6 barcos, creo, para llegar a la orilla, pues las motonaves atracan en paralelo. (Buen aprovechamiento del espacio).



El primer lugar que visitamos fue el Valle de los Artesanos. Como fuimos tan madrugadores, fuimos los primeros en llegar, lo que se agradeció, pues fue el único sitio en el que no tuvimos que esperar cola.
Este lugar, que resulta que es la necrópolis de Deir el-Medina (un templo al que no fuimos y al que ni siquiera sé cómo se accedía), es dónde se encuentran enterrados los artesanos que construyeron el Valle de los Reyes, que se encuentra al otro lado de la montaña que aparece al fondo en la foto.



Los artesanos vivían en un poblado construído especialmente para ellos, de manera que los mantenían aislados de la población y así podían preservar los secretos de las tumbas reales, para que nadie fuera a robar las riquezas de los faraones.(Ya se encargaron más tarde de encontrar las tumbas y saquearlas, que se te ponen los pelos de punta cuando piensas la de riquezas que tiene que haber desperdigadas por el mundo, en casas de gente de personas ricas  y sin escrúpulos). Para llevarlos al Valle de los Reyes, les vendaban los ojos y los conducían a través de túneles excavados en la montaña, de manera que no supieran nunca dónde se encontraba la ubicación exacta de las tumbas. (Supongo que si a alguien se le caía la venda de los ojos, tendrían que matarlo...).
Y ahora estoy pensando lo diferentes que son estas tumbas, excavadas en la montaña, ocultas al mundo, de las pirámides, que, al fin y al cabo, no son más que tumbas también. Eran dinastía diferentes y épocas diferentes, pero tengo que investigas esto más profundamente.



Las dos tumbas más interesantes  que encontramos aquí son las de Inherka y la de Sennedjem. La primera, profusamente decorada, perteneció a un sirviente de la 19ª dinastía. La tumba está compuesta de una sola sala tiene unas magníficas pinturas murales, entre ellas la famosa escena de un gato (que representa al dios sol Ra) matando a una serpiente (que representa a la malvada serpiente Apofis) bajo un árbol sagrado. (Todo esto lo estoy sacando de la guía Lonely Planet, porque no recuerdo tan cláramente las tumbas, que no dejaban hacer fotos, y como vimos tantísimas cosas aquella mañana...)
La de al lado es la tumba de Sennedjem, de la 19ª dinastía también, con una decoración increíble, compuesta por dos salas pequeñas (en ésta nos cobraron simplemente por prestarnos un trozo de cartón con el que abanicarnos, porque hacía un calor que difícilmente se podía aguantar) y tiene unas pinturas preciosas y bastante bien conservadas. El dueño de la tumba vivió durante los reinados de Seti I y su hijo Ramsés II y, al parecer, quiso que su propia tumba tuviera una decoración tan magnífica como la de los faraones.
Mirando las fotos, he pensado que lo que aparece al fondo de la última puede ser el templo Deir al-Medina, pero no puedo estar segura, porque no recuerdo que nuestro guía nos dijera nada y si lo hizo, estaba demasiado dormida para recordarlo.

Egipto Día 3. El Templo de Edfú

Tras visitar el Templo de Kom Ombo, en el que seguimos comprendiendo que nos engañaron cuando nos dijeron que octubre era la mejor época del año para visitar Egipto (pues la visita fue de 9 a 10:30 y hacía un calor insufrible), volvimos a la motonave y seguimos Nilo abajo, hacia el norte (aunque a mi esto me parece una incongruencia, hacia abajo y hacia el norte), camino de Edfú, donde nos esperaba el siguiente templo del camino.



Pero antes, estuvimos disfrutando de la piscina, a la que parecía que le echaban cubitos de hielo, porque no se podía entender cómo algo tan pequeño no se calentaba estando todo el día al sol y con el calor que hacía, y estuvimos disfrutando de las magníficas vistas que ofrece el Nilo. Es alucinante. Sólo las vistas que se disfrutan ya hacen que merezca la pena el crucero por el Nilo. Y si a esto le sumas la visita de tantos monumentos impresionantes...



Y por el camino te encuentras "monumentillos" tallados en la roca, que lo mismo lo hicieron hace dos días o hace dos mil años, pero que igualmente son bonitos.



Por la tarde, sobre las 3 o así, llegamos a Edfú. Hay quien pensará que atardeciendo sobre las 5 y media y siendo de noche absolutamente a las 6 y media, las 3 deben ser una buena hora para visitar un templo. Y nada más lejos de la realidad. Seguía haciendo calor. Mucho calor.



El Templo de Horus de Edfú, construido en una loma sobre el ancho valle, se ha librado de ser destruido por las inundaciones del Nilo y es el templo egipcio que se ha preservado más completamente. (Al parecer en éste, según la guía Lonely Planet, también se puede subir a la parte de arriba, previo pago de la consabida tasa al guardia de turno, pero yo no encontré la manera, que no me hubiera importado pagar un par de euros por ver la parte de arriba. Digo también porque en el Templo de Denderah, al que fuimos un par de días después, sí que se podía subir a la parte de arriba porque está perfectamente conservado también).



Los grabados se encuentran bastante bien conservados (aunque por culpa de que no controlo la cámara demasiado bien y menos aún el flash de la cámara, en muchos casos no se ven nada bien), y según la guía, ayudaron muchísimo a los egiptólogos a saber más sobre los rituales del templo y el poder de los sacerdotes (que cuando te paras a pensar, te parecen peor aún que los faraones).



La foto anterior, y las siguientes, están tomadas en el Pasillo de la Victoria, que discurre entre el templo y los enormes muros protectores del recinto. Los grabados, al parecer, son una representación del combate entre Horus y Set (acordaros que hablé de ellos en el Templo de Philae) en la fiesta anual de la Victoria.



Set está representado como hipopótamo (no se ve en las fotos, pero para cuando vayáis, que sepáis que está ahí), pero con un tamaño diminuto (así que tendréis que buscar), para hacerlo menos amenazador. (Recordar que Set era el malo de la historia, por lo que tenían que ridiculizarlo lo más posible). La representación termina con los sacerdotes cortando un pastel en forma de hipopótamo (míralos ellos que modernos) y comiéndoselo para destruir totalmente a Set.



Volviendo al interior, al fondo del templo, encuentras una reproducción moderna de la barca de madera en la que se sacaba la estatua de Horus en procesión durante las festividades. (Que si se creían los cristianos que habían inventado algo con la Semana Santa... riete tú!).


Repasando la información de la guía (que ahora que lo pienso, tenía que haber leído más detenidamente, que hubo partes que casi me estudié y otras que sólo me leí por encima), he aprendido mucho sobre la disposición de los templos.
Ah, bueno, hay que decir que éste es también un templo tolemaico, arcaico ya cuando se construyó, que empezó Tolomeo III y terminó 180 años después, Tolomedo XII Neo Dioniso, padre de Cleopatra VII (que es la famosa, creo). Éste mismo ya había terminado otros templos. Que si lo piensas, era un oportunista, seguro que se iba cargando a sus antecesores para llevarse la gloria de sus construcciones, y su poder, sus riquezas, sus privilegios... (No quiero mancillar el nombre de Tolomeo VII, no sé si mató a nadie, pero es que era bastante normal. Al fin y al cabo, ganaban mucho si se cargaban al que mandaba, y el sistema de justicia por aquel entonces dejaba mucho que desear).
Bueno, volviendo a la disposición de los templos. Éste está compuesto por el Patio de Sala Hipóstila Exterior, con 12 columnas y donde está tomada la foto anterior, en la que se encontraba la Biblioteca del templo, donde se conservaban los textos rituales, y la Sala de las Consagraciones; la Sala Hipóstila Interior, con 12 columnas también, en la que se encuentra el Laboratorio, donde se elaboraban y almacenaban los perfumes e inciensos, cuyos ingredientes se enumeran en las paredes (me pregunto si las esencias que te venden en las tiendas y que te dicen que crean aquí siguen realmente alguno de estos ingredientes); y al fondo, el Santuario de Horus, con la primera y segundo antecámara, donde todavía está el monolito de granito pulido que albergaba la estatua de oro de Horus (que mira como está no se ha conservado, porque los cristianos y posteriores, mucho mancillar los templos, picar las paredes y destrozar el patrimonio de la humanidad que hay en Egipto acumulado, pero sí que cogían las cosas de valor y se las quedaba). Al parecer es desde esta última sala por donde se sube a la parte superior del templo, pero como ya he dicho, yo no encontré la manera de hacerlo.


Como no me gusta ser convencional, voy a terminar por donde debería haber empezado, mostrando las estatuas de Horus en su forma de halcón, que custodian la puerta de entrada del pilón de 36 metros de alto. Sus muros están decorados con relieves colosales de Tolomeo XII Neo Dionisio, el que terminó el templo, agarrando a sus enemigos por el cabello ante Horus, a punto de romperles el cráneo (qué agresividad), que es la clásica pose propagandística del faraón. (Nada mejor que meterles miedo tanto a sus súbditos como a sus enemigos, aunque el faraón fuera un enclenque incapaz de retorcerle el cuello a un pollo! Que al igual que antes, sólo son comentarios difamatorios sin sentido ninguno, que no recuerdo ahora si este Tolomeo fue un cobarde o un valiente).


Como detalle final, los vendedores de la entrada (cuyos puestos tienes que atravesar obligatoriamente al entrar y salir del templo) merecen una especial mención. Si a lo largo de todo Egipto te das cuenta de que la palabra agobiar no se la explicaron bien, porque te repiten una y otra vez: "Mirar no agobiar", pero en cuanto te detienes lo más mínimo ya los tienes acenchándote e intentándote vender absolutamente todo (y a precios desorbitados), aquí se llevan la palma.
Cuando entras, te "regalan" pañuelos. Obviamente, cuando ya llevas un par de días en Egipto, has aprendido que jamás un regalo es un regalo, y los rechazas inteligentemente, aunque tengas que prácticamente tirarlos al suelo delante de ellos porque te lo enganchan como pueden. Este "regalo" es la manera que tienen de identificarte a la salida, dándoles el derecho a venderte lo que les de la gana, al parecer, y prácticamente al precio que quieran (según nos dijo nuestro guía que nos advirtió y devolvió los pañuelos de los inocentes que sí los habían aceptado).


Lo que más coraje me da es que realmente, si no fueran como son, hubiera comprado más cosas. Estoy segura. Hubiera regateado a muerte, porque te das cuenta (después de que te han timado, más o menos, la primera vez) que los precios que te piden en un principio no tienen sentido, pero hubiera comprado. Al menos un recuerdo en cada templo. Tenía mucha gente a la que traer regalitos y me hubiera gustado ir comprándolos poco a poco, pero es que no me dieron oportunidad. Deberían replantearse su estrategia de venta, porque no creo que obtengan muy buen resultado.

Tras la visita, volvimos al barco, tomamos el té de las cinco (con pastas, como dice la Reina) nos duchamos, nos pusimos las chilabas que habíamos comprado el día anterior en Aswan, y comenzó la fiesta de disfraces del barco.

Bueno, se me ha olvidado comentar que éste es el templo al que la diosa Hathor, que "vivía" en el templo de Denderah, acudía durante dos semanas al año para estar con su marido, Horus, y tras dos semanas de celebraciones de la fertilidad, se unían mágicamente. (Nada, algo que se inventaron los sacerdotes para sacarle dinero al pueblo, que cuando digo que eran aún peores que los faraones... no os engañaba!)