Egipto Noche 4. Paseo en Calesas por Luxor

Después de descansar en la piscina de la intensa visita turística de la mañana, dándonos un par de baños y durmiendo una estupenda siesta en las tumbonas de la cubierta (casi todos se fueron a sus cuartos, así que estábamos prácticamente solos), dimos un paseo en calesas por el centro de Luxor, para terminar tomando un té y fumando sisha en una agradable cafetería.


Aquí empiezas a darte cuenta del dinero extra que se sacan los guías con todas las excursiones y ventas que hacen. Calculemos: el paseo en calesa, la hora y media o así que estuvimos, lo sacas, sin regatear demasiado, por 30 EGP, que son poco más de 4 EUR; lo que nos tomamos en la cafetería, considerando precios españoles, no ascendería a más de 3 o 4 EUR por persona; lo que nos da un total de unos 12 EUR por pareja (pues en cada calesa íbamos dos personas). Si el guía nos cobró 15 EUR por persona (sí, por persona), pues echad cuentas y ya me decís la comisión que se están quedando.
Con esto no quiero decir que no mereciera la pena, a pesar del olor a mierda de caballo que tienes que soportar durante todo el camino, quiero decir que se meten unos pasotes que no veas. Aunque claro, igual cobran una miseria y es su manera de sobrevivir. Al fin y al cabo, nosotros somos el primer mundo y para una vez que vas a los sitios... tenemos suerte de poder permitirnos estos precios, aunque el alma de trabajadora no perdone y te sientas un poco timada.



Lo más bonito del viaje fue ver la vida que hacen los habitantes de Luxor, pues el paseo te lo dan atravesando el mercado al que ellos van a comprar.



Por el camino te encuentras a niños que intentan venderte flores, agua o lo que sea, o algunos que simplemente piden alegando que tienen hambre (que en muchos casos será verdad) y a los que los conductores de la calesa los arrancan (casi literalmente) de la calesa a latigazos. Es realmente muy penoso ver a niños tan chicos pidiendo, vendiendo, haciendo cosas que no deberían hacer, pues lo único por lo que deberían preocuparse los niños es por jugar. Y lo más triste es ver como los padres están cerca, tirados, fumando, explotando a sus hijos, haciendo que sean ellos los que le regatean un par de euros o dólares a los turistas.



Una cosa muy curiosa que aprendes cuando callejeas por Luxor es el concepto de "moto familiar", que no es la moto que puede coger cualquier miembro de la familia, sino la moto en la que puedes montar a toda la familia. ¡A LA VEZ!



Llama la atención el que nadie lleve casco (el hombre de la foto de arriba fue al único que vimos usándolo junto a otro muchacho), o que el que lleven sea el casco de obra, colgado de algún lugar de la moto, que no creo que ayude mucho en caso de accidente.
Ninguna de las fotos anteriores muestra el caso más "extremo" de "moto familiar" que vimos. Alucinamos cuando vimos al padre conduciendo, con un crío delante, la madre detrás, que llevaba un bebé en una posición poco ortodoxa (el simple hecho de llevar un bebé en moto ya me parece poco ortodoxo) y, entre ellos, otro crío un poco mayor. No le pude hacer ninguna foto porque pasaron relativamente rápido y me quedé tan sorprendida que no pude reaccionar a tiempo.



El mercado por el que pasamos, en el que realmente compran los egipcios y no los turistas, tiene menos "glamour" y colorido que los que habíamos visto antes, los comerciantes no intentaban secuestrarte y las cosas estaban, como se ve, tiradas por la calle. (Hay que recordar que el concepto de limpieza que ellos tienen dista mucho de parecerse al nuestro).



Al ver éstas y otras fotos, me arrepiento de no haberme parado a comprar las cosas allí. Me hubieran salido mucho más baratas y seguramente habría encontrado mejores calidades.



Para terminar, dos datos molto curiosos.
El primero, el taxi comunitario. Son furgonetas que tienen una rutas establecidas, que van con la puerta abierta y en las que la gente se sube y baja prácticamente en marcha.
En Luxor no es muy extremo, porque realmente conducen bastante despacio y no hay demasiado tráfico, pero en El Cairo (donde sí cogimos uno) es otra historia....
El segundo es que nadie enciende las luces para conducir. Porque molestan. Esa es la explicación que nos dio nuestro guía. Lo peor es que ellos ven, sí, pero para el que está acostumbrado a ver luces para ver si cruzar o no la carretera es bastante peligroso. Sobre todo porque los sitios para cruzar la calzada en Egipto son... peculiares, por decirlo de alguna manera. Es decir, cada uno cruza por donde le da la real gana, esperando que los coches te esquiven a tiempo. (Esta técnica se lleva al extremo en El Cairo, donde terminanos cruzando a lo egipcio, porque no nos quedó más remedio, intentanco convencernos a nosotros mismos de que íbamos a salir vivos de allí).