Jer tiene nuevo look




¡Qué guapo!

Y por fin llegó...

Esto es lo que se visualizaba en todas las emisoras analógicas del Campo de Gibraltar.
Con la llegada del invierno, debemos decir HELLO a las "nuevas" tecnologías.

Como mi hombrecito dice que en nuestra casa sólo se ve La Sexta (lo que es cierto sólo en parte) me pareció que la mejor imagen era la de este canal, aunque todos mostraban exactamente lo mismo.

Lluvia




Parece que el invierno llegó por fin el día de su entrada oficial. Aunque realmente, en el Campo de Gibraltar, más que tiempo de invierno, lo que ha llegado es el tiempo que debía haber hecho en otoño.
Lleva casi 24 horas lloviendo, han aparecido los primeros vientos fuertes (lo que hace muy incómoda la lluvia) y han bajado las temperaturas, aunque no excesivamente, pues sólo un día, la semana pasada, bajamos realmente los 10º.
La Línea, esta mañana, tenía muchas calles completamente inundadas y algunas de ellas incluso cortadas. El agua superaba la mitad de una rueda normal de coche en muchas de esas calles.
(Una lástima que fuera de noche, no tuviera cámara y estuviera más preocupada porque el coche no se me quedara parado en ningún lugar que en otra cosa, porque las fotos hubieran sido bastante chulas).

Egipto Día 12. El Cairo

Tras la visita a las pirámides, volvimos al hotel, nos cargamos de provisiones (galletas varias, zumos y agua) y nos dispusimos a recorrer los lugares más relevantes de El Cairo. (En realidad sólo teníamos unas pocas horas, así que habíamos hecho un criba bastatante considerable).
Cuando salimos del hotel, buscando un taxi, nos encontramos a "Juanito" (en realidad se llamaba Ahmed, creo recordar, pero Juanito era su nombre artístico para los turistas hispanohablantes), con el que acordamos que sería nuestro taxi para todo el día, llevándonos a los sitios y esperándonos mientras los visitábamos. Nos pareció una buena idea, porque así no tendríamos que negociar con cada taxista en cada lugar... de lo que ya andábamos algo cansados.
En fin, con Juanito nos dirigimos a La Ciudadela de Saladino, nuestra primera parada, situada en una colina sobre El Cairo, con privilegiadas vistas de la ciudad. (A la derecha, en la sección de vídeos, hay uno que grabamos desde allí, en el que se puede escuchar la banda sonora de El Cairo, creada por los millones de coches que "circulan", y lo pongo entre comillas porque circular es mucho decir, por la ciudad).
Aunque la Guía LonelyPlanet decía que no merecía la pena y que era excesivamente cara, nosotros queríamos ver la Mezquita de Alabastro y hayá que nos fuimos. Además, conseguimos colar el Carnet Joven como carnet de estudiante, aunque se nos quedaron mirando preguntándose qué carajo estaríamos estudiando nosotros...



Antes de nada, algunos datos históricos sobre La Ciudadela: fue la residencia de los gobernadores de Egipto durante setecientos años y comenzó a construirla Saladino en el 1176, para defenderse del ataque de los cruzados. (Es triste comprobar como la guerra es la motivación de tantísimas cosas).
Tras muchísimo años, Mohammed Ali remodeló la ciudad, tiró algunas cosas, y la coronó con la mezquita de estilo turco que podéis observar en la foto anterior, conocida como Mezquita de Alabastro.



En la puerta de entrada me obligaron a taparme con esta bonita túnica verde, porque a pesar de llevar todo de "mangas" largas, era demasiado pegado, así que me tuve que disfrazar de esta guisa, además de tener que quitarnos los zapatos para entrar, por supuesto.
Un vídeo del interior de la mezquita lo podéis ver aquí, porque las fotos no salieron demasiado bien, ya que no llevábamos la cámara buena (y esta vez no fue culpa mía) y la luz no era la más adecuada.



Además de la de Alabastro, hay otras dos mezquitas en La Ciudadela, la mezquita de An-Nasir Mohammed, único edificio de la época mameluca que se conserva en el edificio, y la mezquita de Sueliman Pasha, ejemplo de mezquita abovedad de estilo otomano.
Para ser sincera, no sé cuál de las dos es ésta, de la que también grabamos un vídeo.
El caso es que nadie nos dijo, cuando entramos, que nos teníamos que quitar los zapatos y de pronto teníamos a un moro gritándonos sin saber exactamente lo que quería...



Además de las mezquitas, entramos en el Museo de la Policía, que consistía en un par de salas con fotos sobre asesinatos políticos, y en algunos casos las armas con las que se perpetraron (realmente no merece la pena), y en el Museo Nacional Militar, un poco más interesante (y más grande también).
A la entrada nos pasó algo extraño porque nos pedían una o dos libras para poder entrar con la cámara y 20 o 25 si queríamos dejarla en la consigna. Realmente no lo entendí. Bueno, al final sí cuando me di cuenta que el par de libras se las quedaban los de la puerta y si la dejabas en consigna, el museo. Lo cierto es que, al final, podías hacer las fotos que quisieras, nadie te decía nada, por lo que dejar la cámara en cosigna hubiera sido un gran error.



Después de la visita a La Ciudadela, volvimos a donde nos había dicho Juanito que iba a estar y en su destartalado taxi nos dirigimos hacia el Museo Egipcio de El Cairo.
Tardamos una barbaridad en llegar, porque los coches no se movían y dentro del taxi fui realmente consciente de la polución que hay en El Cairo, cuando al pasarme un clinex por la cara, éste salió negro.

Una vez conseguimos llegar al museo, Juanito nos escribió el nombre de un lugar en árabe donde teníamos que encontrarnos con él a la vuelta de la visita del Museo. Pero esto ya lo contaré después.
Entramos al Museo, donde sólo conseguimos colar una entrada de estudiante. (Bueno, en realidad es que el hombre de la taquilla se quedó con 10 libras y nos dio una entrada normal y otra de estudiante, así que sólo nos ahorramos unas 30 libras).
Si pensáis en el Museo como un museo, os llevaréis la mayor decepción del viaje, como me pasó a mí. Después de ver el de Luxor, mucho más pequeño, pero más moderno y cuidado, éste me pareció un almacén sin orden ni concierto, mal iluminado y peor explicado.
Vamos, que me tiré el viaje entero puteando a los ingleses porque se lo habían llevado todo, y después de ver el museo, deseé que realmente los hubieran dejado sin nada. Realmente, no se merecen el patrimonio que tienen. Y puede sonar duro, porque tienen otras cosas por las que preocuparse, se puede decir, pero realmente no se me merecen lo que tienen.
Y como del museo no hay fotos, porque no se podía, y fuera no hicimos porque era de noche cuando salimos y yo estaba derrotada (fue el único día que me cansé realmente, ni el del Sinaí), pues se acaban los comentarios sobre el museo. Para mí fue la gran decepción del viaje.
Una vez terminamos la visita del museo, nos dirigimos hacia donde Juanito nos dijo que estaría. Tuvimos que cruzar no sé cuantas veces la carretera, a lo egipcio con el riesgo que conlleva, y preguntarle a un montón de personas, pues estaba escrito en árabe, para, al final, encontrar una "parada de taxis" junto a las paradas de autobús, repletas de gente que no paraban de mirar a la extraña aquélla de ojos claros que "danzaba" por allí.
De verdad que lo estuvimos buscando durante media hora, pero había desaparecido, así que cogimos otro taxi, porque pasé de llamarlo con lo que una llamada me iba a costar (bastante clavada me ha llegado de factura de móvil!). En realidad creo que lo vimos luego por Al Kahili con gente en el taxi, así que muy posiblemente nos dejó tirados y encima, al día siguiente, a las 6 de la mañana estaba en la puerta del hotel esperándonos diciéndoles a todos que habíamos pasado de él y que le debíamos dinero. Desde luego que no se lo recomiendo a nadie. Era muy simpático al principio, pero después se largó por un negocio mejor. Anda y que le den!
Por fin llegamos a Al Kihili, el "gran" zoco de la ciudad, dedicadísimo al turismo ahora, por supuesto. Está bien, aunque hubiéramos necesitado más tiempo para disfrutarlo más y deberíamos habernos quedado por allí a cenar... En fin, compramos los últimos regalos que nos faltaban para la familia y nos volvimos al hotel, destrozados de la vida. Bueno, al menos yo, que caí rendida y me eché una pequeña siesta antes de bajar a cenar.
Nos dimos una buena ducha para quitarnos toda la porquería que se te pega en la piel por la polución y Carlos consiguió que sus pies volvieran al color original, porque iba en sandalías y el suelo de las mezquitas no está demasido limpio que digamos...
En el mismo hotel, porque por allí cerca no había casi nada, cenamos y nos tomamos la última Sakara para despedirnos de Egipto.
Hubo muchas cosas que nos quedaron sin ver en El Cairo, pero realmente no sé si quiero volver allí. Es decir, Egipto me encantó y hay lugares a los que quiero volver y lugares que quiero visitar por primera vez, pero El Cairo... demasiada polución, demasiado ruido... El tiempo dirá.

Transformers 2



Pirámide de Kefrén, en el Conjunto de Gizeh, junto a la enorme ciudad de El Cairo.





El Tesoro, ciudad de Petra, en Jordania.
En línea recta, se encuentra a unos 400 Km de El Cairo.





Conjunto de Templos deKarnak, en Luxor, que se encuentra como en la mitad de Egipto, a bastante distancia de los lugares anteriores, (del orden de los 500 o 600 km desde El Cairo y Petra respectivamente).







Templo Funerario de Ramsés III, en Luxor, pero en la orilla contraria al Templo de Karnak.

Para tener más clara la localización de los lugares donde tomamos las fotos anteriores, he hecho una captura de Google Earth, marcando los lugares.



¿Y por qué este popurrí de imágenes de Egipto y Jordania? Os preguntaréis.
Pues porque hace dos días estuve viendo Transformers 2, cuya batalla final se sitúa en Egipto y Jordania (países a los que se refieren, en algún momento, casi como si fueran el mismo).

Los protas, en un momento dado, en el que se encuentran en algún lugar de Estado Unidos, se dan cuenta de que tienen que ir a Egipto y, bueno, de pronto, ya están allí. Y la verdad es que ni siquiera recuerdo cómo llegaban, porque no los recuerdo montados en ningún avión... Aunque bueno, esto quizás se soluciona porque van con tres transformers...
En fin, que aparecen en las Pirámides, y se quedan a dormir junto a ellas, porque el millón de guardias, vendedores y turistas que siempre hay en el complejo de las pirámides no se percatan de su presencia. Quizás les dan (sin que aparezca en la película) una enorme bakseesk a los guardias por la que le habrían permitido acampar junto a estas grandiosas maravillas.

En fin, esto no es lo que más llama la atención, porque resulta que El Cairo, una ciudad de 20 millones de habitantes y 4 millones de población flotante, simplemente no existe. Las pirámides aparecen solas en el desierto, lo que estaría guapísimo, mucho más alucinante de lo que es ahora, pero que no es verdad.

Estando allí, caen que realmente tienen que ir hacia Jordania, a Petra, a 400 km en línea recta, como he dicho, y en un pis pas, simplemente pasando un control de policía (desde Luxor a Denderah, que son 80 km, nosotros cruzamos al menos 6) en el que tienen una cámara conectada a una red global de reconocimiento facial conectada con la inteligencia egipcia. ¿Pero a quién pretenden engañar?

Total, que llegan a Petra, no al Tesoro, sino al Monasterio, al que nosotros no pudimos ir porque no teníamos suficiente tiempo. Allí, tras una pared, encuentra la tumba de los transformer donde recoge un montón de polvo de un daga, o algo así. Y aquí es donde empieza la gran pelea final.

Los protas, corriendo!!!, vuelven a Egipto. Hay que recordarles a estos americanos que Petra está en Jordania, que son países distintos, y que la península del Sinaí sigue estando entre Jordania y las ciudades de El Cairo y Luxor.
Pero bueno, corriendo, vuelven a Egipto, dos de ellos a las pirámides y los otros dos a donde se encuentra el destacamento del ejército americano, junto a un poblado... - beduino?, nubio?, ¿quién sabe? - que, al parecer, por las ruinas que aparecen alrededor, está en Luxor.
Yo reconocí las columnas del templo de Karnak y el muro que no terminó de construir Alejandro Magno y, del Templo de Ramsés III, las columnas con la pared del grabado profundo detrás (la última foto), las columnas con las estatuas de Ramsés III, y las ruinas de las columnas de este templo. (Puedo haberme equivocado al reconocerlas, pero que son de lugares distintos estoy totalmente segura).

Vale que yo no sabía la distancia que había entre estos lugares antes de ir a Egipto, pero sí sabía que Petra estaba en Jordania, que la península del Sinaí existía, que las Pirámides estaban en El Cairo, que la ciudad existía y que Luxor era un lugar diferente. Pero aunque no lo supiera antes de ir a Egipto, tengo las herramientas, y el sentido común, para comprobar todos estos datos.
Y no estoy diciendo que la película esté mal, es lo que es, y bueno, es entretenida, pero podían evitar darle patadas a las nociones de geografía que cualquier persona del mundo puede tener.
De todas formas no es la primera vez que hacen desaparecer El Cairo, porque en G.I. Joe (próximo episodio en tu casa!!!) también aparecían las pirámides en medio del desierto, sin ninguna señal de El Cairo por ninguna parte.

Lo que me hace pensar en la alta calidad de películas que estoy viendo últimamente...

Egipto Día 12. El Cairo. Pirámides de Gizeh

El Cairo debe ser una de las ciudades más caóticas del mundo. Sin duda, es la más caótica que conozco. A mí, que Madrid me había parecido siempre una ciudad bulliciosa, con mucho tráfico y muy ruidosa, ahora me parece de lo más tranquilo, si la comparamos con El Cairo (e infinitamente más limpia y menos contaminada).
Este hecho le quita parte del encanto que te envuelve durante el resto del viaje. Quizás sea preferible ver El Cairo lo primero, para terminar con mejor sabor de boca.
Independientemente de esto, las Pirámides de Gizeh son tremendamente espectaculares. Tremendamente.



Llevan más de 4000 años en pie, y son las únicas supervivientes de las "siete maravillas del mundo antiguo".
Dicen que fueron construídas por una mano de obra perfectamente organizada, no por esclavos como nos han hecho creer las películas americanas. Esta mano de obra estaba compuesta por campesinos egipcios que durante la crecida del Nilo eran utlizados para la construcción. (Habría que pensar que, incluso, era un plan de creación de empleo para las épocas en que aumentaba el paro. Vamos, que ahora los gobiernos invierten en carreteras, que da trabajo, y antes invertían en pirámides, y así enterraban al faraón de una manera bastante espectacular).



Sin embargo, a pesar de las "pruebas", hay muchísimos piramidólogos (pues esto se ha convertido en una ciencia en sí misma) que siguen pensando que las pirámides fueron construidas por ángeles, el demonio o habitantes de otros planetas (mucho más adelantados que nosotros por supuesto) debido al perfecto tallado y colocación de las piedras, de una precisión milimétrica, así como al significado numerológico de las dimensiones de las estructuras. (Las teorías de los ángeles y el demonio me parecen que no tienen mucho sentido, porque los ángeles es una idea bastante cristiana, y en el 2500 a.C. el cristianismo estaba bastante lejos de ser iventado, y el demonio... pues lo mismo, también es una idea bastante ligada con el cristianismo. ¿Los egipcios tenían infierno, tenían demonio? No me han hablado del mismo durante el viaje, pero bueno, ni siquiera me acerco a ser una experta en egiptología.



Las pirámides son los únicos monumentos del Norte de Egipto que quedan en pie porque los malos invasores entendieron que eran tumbas, y no templos de culto a ningún dios. (Y, además, destruirlas tampoco debe ser una tarea fácil).



La gran pirámide de Keops es la más antigua y grande de Egipto. Llegó a medir 146 metros de altura cuando se construyó, sobre el 2570 a.C. Ahora, tras más de 4000 años de vientos, es 9 metros más baja...
En su construcción se emplearon unos 2,3 millones de bloques de caliza, de unas 2,5 toneladas cada uno. (Y después de estos apabullantes datos, la opción de los constructores de un planeta del espacio exterior es la más creíble).
No entramos al interior de esta pirámide, porque la entrada había que pagarla aparte y, al parecer, tampoco hay mucho que ver. Además de que venden un número limitado de entradas al día, y no llegamos demasiado temprano que digamos, pues el autobús que venía a recogernos había encontrado atasco en el centro y había llegado un poco tarde.
Es la pirámide más interesante, por la cantidad de pasadizos y cámaras que hay en su interior, pero imagino que no se podrá entrar a casi ninguna de ellas. De hecho, se cree que aún no se ha encontrado la cámara mortuoria del faraón, pues la única representación de mismo es una figurita ridícula de unos 8 centímetros de altura. (Que es ridículo para cualquiera, por lo que muchísimo más para un faraón de tal embergadura).



Al oeste de la gran pirámide, se encuentra la Pirámide de Kefrén, hijo de Keops, de 136 metros de altura, aunque parece más alta que la anterior por encontrarse sobre un terreno superior.
La punta de esta pirámide sigue protegida con una cubierta de caliza, con la que, se supone, estaban cubiertas las tres, por lo que las pirámides probablemente brillarían al sol.



Las cámaras y pasadizos de esta pirámide son mucho menos espectaculares, simplemente hay un "túnel" que primero baja, después se mantiene, luego sube un poco, y al final llega a la cámara mortuoria del faraón Keops, donde lo único que encuentras es el sarcófago de piedra donde se encontraba la momia.
En la bajada, me crucé con un hombre bastante corpulento (dicho sea con elegancia) que hizo que me tuviera que estrujar contra la pared y lo pasara un pelín mal durante unos segundos.



Si eres claustrofóbico, olvídate. Es imposible que llegues hasta el final sin que te de un telele.
Si te agobia el calor... casi mejor que tampoco, porque Carlos se tuvo que volver a la mitad porque no aguantaba más.
Pero si nada de eso te ocurre, lo recomiendo, para sentir la energía concentrada justo debajo de la punta de la pirámide, aunque cuando llegas al final no hay absolutamente nada que ver, también lo digo, porque aquí no se esforzaron mucho en pintar las paredes, ni tallarlas, ni nada.



Aunque más pequeña y menos complicada por dentro, esta pirámide es la más interesante arqueológicamente hablando, pues conserva casi completamente el complejo alrededor de la misma, que ha permitido entender mucho mejor la vida en torno a la muerte de un faraón hace 4000 años.




La más pequeña de las tres, la pirámide de Micerinos, mide 62 metros de alto (originariamente 66,5 metros). Malek Abdel Aziz, el hijo de Saladino (creo que defensor del Islán) intentó desmantelarla en 1186, pero tras ocho meses se rindió, pues no consiguió gran cosa.(Con esto se confirma mi teoría de que las pirámides son los únicos monumentos que no destruyeron porque eran imposibles de destruir).



Tras rodear las pirámides y pasar por el mirador para hacer las fotos "fotomontadas", llegas a la Esfinge que, después de ver las pirámides, pues tampoco es para tanto. Además, está tremendamente mal conservada porque los cairotas no tuvieron mejor idea que seguir construyendo hasta que estuvieron a tiro de piedra, por lo que la polución está acabando con ella.
Como se cree que fue construída en tiempos del Faraón Keops, se supone que tiene sus rasgos, y se encuentra en el lecho de roca, al pie del terraplén que conduce a la pirámide del mismo faraón.
Aquí también empieza el complejo construído alrededor de la pirámide, donde se momificaba al faraón y se llevaban a cabo todos los rituales antes del entierro.



Por alguna extraña razón, los turistas tiran dinero a esta fosa. Y no es que tiren monedas, es que tiran billetes de un valor bastante considerable. De hecho, vimos un billete de 1000 EGP, al cambio 125 EUR, y el sueldo medio de una persona de clase media en Egipto. ¿A quién se le ocurre? Para eso, dáselo a alguien que lo necesite.



Esta parte pierde mucho encanto porque desde donde nos estábamos haciendo la foto se veía un Pizza Hut. Y no es que tenga nada en contra del Pizza Hut (no me gusta especialmente, pero para gustos se hicieron los colores), es que es realmente triste ver lo poco que han cuidado los egipcios el increíble patrimonio cultural que tienen.



Después de la visita a las pirámides nos llevaron a un centro de papiros cerca del complejo, donde nos volvieron a explicar el procedimiento para hacer el papiro e intentaron timarnos con precios desorbitados. De hecho, a mí debieron verme cara de tonta, porque la chica que nos explicó todo se vino detrás mía diciéndome sin parar que a mí me iba a hacer un precio especial, como si después de 12 días en Egipto no supiera que los precios especiales no existen para nadie.
P.D.- Nos llovió en El Cairo.

100000

Hoy el Lucas ha cumplido 100000 kilómetros con tres años y unos días.



Estos primeros 100000 km han sido bastante buenos. Se ha portado muy bien, a pesar de haberlo metido en lugares no demasiado ortodoxos para un coche como Lucas.



Sólo espero que me dure otros muchos 100000 km más, ahora que le hemos hecho un lifting y se ha quedado como nuevo, consumiendo igual de poco y dando el mismo número de problemas: cero.

Egipto Día 11. De Sharm el Sheik a El Cairo

Desafortunadamente no había plazas en el vuelo mañanero (sobre las 7 creo que salía) de Sharm el Skeik a El Cairo, aunque visto lo que nos pasó, casi mejor, porque hubiéramos llegado tardísimo o lo hubiéramos perdido...
Resulta que esa noche cambiaban la hora en España, pero no en Egipto, que la habían cambiado en agosto para hacer más llevadero el Ramadán. El caso es que mi móvil que es muy listo, se cambió sólo de hora por la noche y no nos dimos cuenta hasta un rato despues de levantarnos. Menos mal que nos queríamos despertar con tiempo para desayunar tranquilamente, hacer un rato esnórquel para despedirnos de los pececines del Mar Rojo y darnos un último baño en la piscina desierta del hotel. (Había dos piscinas, una más grande y llena de gente, que estaba a unos 30º sin exagerar, que lo ponía en el puesto de las toallas, y otra, más pequeñita y en la que sólo nos bañamos nosotros y un par de viejos más. No es que esta segunda piscina estuviera fría, estaba normal. De hecho, estaba caliente comparada con el agua de algunas piscinas aquí en España e infinitamente más caliente que la de la motonave del Nilo, a la que parecía que le echaban cubitos de hielo por la noche).



Ésta es la piscina calentorra.



Y ésta la piscina en su punto.
Además, había un lugar por donde salían burbujas que era la mar de relajante.



Y éste es el final de la pasarela desde donde se bajaba a bucear o hacer esnórquel.



(Viendo esta foto me he dado cuenta de que necesitaba hacer la operación "pre-navidad". ;o) Y no estoy enfadada, aunque parezca que estoy a punto de hacer pucheros).

Volviendo a lo que estábamos. Pues resultó que nos levantamos una hora más tarde, por lo que tuvimos que desayunar un poco más rápido, hacer esnórquel un poco menos tiempo (aunque suficiente para despedirnos de los corales que más nos habían gustado) y tuvimos que pasar de darnos el baño refrescante en la piscina solitaria. Y total, para qué, para que se retrasara el vuelo a El Cairo? Pues sí.
Además, el día anterior había visto un libro con imágenes alucinantes sobre el fondo marino y quería haberlo comprado, pero eso lo había visto en la parte del aeropuerto de vuelos internacionales y ese día estábamos en vuelos domésticos, donde no había ni una triste tienda, ni un triste nada. Así que me quedé con las ganas. La próxima vez que vaya haré mis propias fotos y no me hará falta comprarlo.

En fin, llegamos a nuestro hotel en El Cairo sobre las 5 de la tarde y nos fuimos a comer, porque no habíamos comido nada desde el desayuno. A Carlos no le importaba demasiado, porque la noche anterior nos había sentado mal la cena, la maldición de Tutankamón, y nos habíamos puesto un poco malos y él seguía con el estómago regular, pero yo tenía más hambre que un perrillo chico. El restaurante era regular, pero tenía vistas a las Pirámides, así que algo compensaba. Además, el pan de pita estaba de escándalo, como en cada lugar de Egipto, por otra parte.
Después de esto, regresamos al hotel, pues teníamos que esperar a un muchacho que tenía que traernos una pulsera que le había encargado a nuestro guía. Resulta que le había pedido una para mi hermana, pero como soy culo veo culo quiero, cuando me la dio me encantó y le pedí una para mí. Total, que cuando llegó el muchacho, que hablaba tres palabras en inglés y ninguna en español, resultó que la pulsera me estaba grande. Teníamos dos opciones, que el muchacho se fuera y esperar a que volviera más tarde o al día siguiente, o acompañarlo hasta el taller donde hacían las pulseras y ya llevármela puesta. Y eso hicimos.
Nos plantamos en medio de la carretera con el chaval buscando un taxi. Como no consiguió que ningún taxi "normal" parara para llevarnos tan cerca (porque íbamos relativamente cerca, al menos en proporciones cairotas), nos montamos en uno colectivo, en el que nos dimos cuenta que el sistema se tiene que basar en la honradez de las personas. Me explico. Un taxi colectivo es una furgonetilla similar a la que se muestra en la foto.



Éstas tienen unas rutas establecidas, así que si no sabes a donde se dirige, le preguntas al conductor y si te interesa te subes y si no pues lo dejas pasar. Todo esto sin que la furgoneta pare del todo, aunque con la cantidad de tráfico que hay en El Cairo (que hace que Madrid parezca una ciudad tranquila) tampoco es que vayan muy deprisa.
En fin, que si te interesa, te subes y te sientas donde haya sitio, que puede ser justo detrás del conductor o al fondo del todo. Y aquí es donde pienso yo que el sistema se basa en la honradez de las personas, porque te subas donde te subas, tú pasas el dinero para adelante, todo el mundo se lo va pasando hasta que llega al conductor y éste, si es preciso, te pasa la vuelta de la susodicha persona. Y nadie se queda con nada, ni nadie intenta no pagar.
Fue una experiencia interesante, a pesar de que todos, absolutamente todos, los que se subieron en el taxi clavaron su mirada en mi pescuezo, preguntándose qué haría la guiri aquélla allí montada...
Siguiendo con la historia, nos bajamos, con la furgoneta casi en marcha, en frente de una calle muy concurrida, pero al otro lado de la acera, por lo que empezó la segunda "aventura" del día: cruzar como los egipcios. Creo que ya lo he comentado antes, pero esto es cruzar casi con los ojos cerrados esperando que todos los coches te vayan esquivando. Y lo peor es que lo hacen, en la mayoría de los casos. Lo conseguimos, no sin que se nos encogiera un poquillo el corazón con algunos frenazos y acelerones.
Estábamos en Arish Street, una calle para nada turística. Creo que no exagero si digo que éramos los únicos extranjeros de toda la calle. Había muchas tiendas, comercios, muchísima gente... pero no pudimos hacer ninguna foto porque íbamos en busca de la pulsera con el chavalito éste que no hablaba otra cosa que no fuera árabe. Un poco antes de llegar a la tienda, nos invitó a un zumo de caña de azúcar, que es verde, y buenísimo. Nos encantó a los dos.
Tras esto, llegamos al taller donde hacían las pulseras. Estaba compuesto por un hombre corpulento, (que bien podría decir: "I am not fat, I am big-bones!") que tenía una mesa amplia en un pequeño despacho a la entrada del taller, por unos pocos jóvenes encargados, mediante interminables hojas excell, de gestionar los pedidos realizados, y de unas 10 personas, algo mayores, que eran los que hacían las pulseras, colgantes, anillos y pendientes. Las medidas de seguridad brillaban por su ausencia. Carlos podría enumerar todas las normativas que estaban incumpliendo, ya que es titulado superior en prevención de riesgos laborales, pero el simple hecho de la poca ventilación que tenían en el taller, donde trabajaban con productos químicos, ya hacía aquel lugar poco conveniente para el trabajo.
Al final, tras algunas pruebas de la medida de mi muñeca, decidieron cambiar dos eslabones que tenía por otros dos más pequeños, quedándose la pulsera como si me la hubieran hecho a medida! Jeje.
Después de esto, habíamos quedado con un amigo de Couch Surfing, que nos había ayudado en la preparación del viaje, y al que teníamos muchas ganas de conocer, Seif.
Fue verdaderamente un encanto. Nos recogió al comienzo de la calle en la que estábamos (con suerte en la acera en la que nos encontrábamos), lugar hasta el que nos acompañó, por encargo del jefe, uno de los chavalillos que trabajaba para él (que tampoco hablaba ni inglés ni español).
Con Seif fuimos a cenar a un restaurante que, aunque no fue nada caro, parecía bastante pijillo.(Bueno, no fue caro para nosotros, claro, para el nivel de vida de Egipto sí que era carillo). Me sorprendió que, aunque no la pedimos, nos pusieron una botella de agua y que había una en cada mesa ocupada. Comimos bastante bien, y los platos eran enormes. Carlos y yo compartimos uno (porque él seguía con el estómago renqueante) y fue más que suficiente. De hecho creo que no conseguimos terminarlo.
Aunque todo estaba bueno, lo mejor de la cena, sin duda, fue este estupendísimo postre, que me entraron ganas de llevar al hotel para el desayuno del día siguiente:



Es una pena que en la foto que nos sacamos no salieran los platos, porque ya os digo que eran enormes!!!




La última foto de la noche fue la que nos hicimos Seif y yo en la puerta del restaurante.



Lo malo es que no puedo decir de cuál restaurante se trataba porque no me acuerdo del nombre. :-(
Para que no tuviéramos que coger un taxi, nos llevó hasta nuestro hotel, dejándonos en la mismísima puerta, antes de irse para el trabajo.
Y así terminó nuestro penúltimo día de estancia en El Cairo. No vimos ningún monumento, pero me encantó ver el ambiente de una calle real de El Cairo, nos "divertimos" montando en el taxi colectivo, nos encantó el zumo de caña de azúcar, y nos encantó conocer a Seif, al que por cierto voy a mandarle las fotos ahora mismo!

Egipto Día 10. Petra (Jordania)

El sábado 24 de octubre, temprano (sobre las 4 de la mañana) nos recogieron en el hotel para llevarnos al aeropuerto. Dejábamos Egipto por unas horas para visitar la impresionante y fascinante ciudad de Petra, en Jordania, una de las nuevas Siete Maravillas del Mundo. Título completamente merecido.



Una hora tarde, nos llevaron hasta la cafetera con alas que se ve sobre estas líneas. Cuando nos acercábamos, más de uno rezó para que no fuera nuestro avión, pero sí. Y, además, el vuelo fue estupendo, muy suavito, sólo un poco ruidoso.Y, lo mejor, nos dieron un zumito y un croissant relleno de chocolate en un vuelo de a penas 35 minutos!!!
Llegamos al aeropuerto de Aqaba, ciudad, bastante turística, por lo que pudimos ver desde el avión (y después en "Españoles por el mundo"), en la que los taxis son verdes. (Es que desde arriba empezamos a ver coches verdes por todas partes y nos llamó bastante la atención, la verdad).
Creemos que el aeropuerto lo abrieron para nosotros, porque no había ningún avión más, y nadie más en la terminal que los agentes que nos sellaron el pasaporte. (Creemos que después lo volvieron a abrir para nosotros cuando regresamos por la tarde).
Desde Aqaba hasta Petra hay unas dos horas y media de camino, a través del desierto jordano, muy interesante de ver. (A la vuelta, en el programa "Españoles por el mundo" vi que hay poblados beduinos en los que puedes pasar la noche, compartiendo su manera de vida y conociendo su cultura más a fondo. Para la próxima vez, buscaré información sobre este alojamiento, porque me pareció realmente interesante y digno de experimentar).



Por el camino paramos junto a esta roca (que también apareció en el programa), que nos dijeron que se parecía al Titanic... siendo sincera, yo sigo sin verlo, ni en persona, ni con las fotos, ni nada de nada. Aunque bueno, para ser honestos, hay que decir que los jordanos son gente de mucha imaginación, pues en las rocas de Petra ven elefantes, peces, delfines...



Después de esta parada, nos dejaron en una tienda de suvenirs bastante caros, en la que el conductor del autobús debía llevarse comisión por cada compra, pues se quedó junto a la caja viendo lo que cada uno de nosotros (identificado con una bonita pegatina en la ropa) compraba.
Y por fin, tras superar una curva en la carretera, en la que todos nos vimos rodando por la loma de la montaña, llegamos a Petra.



Antes de llegar al Siq, ya encuentras algún que otro monumento, a los que se les dan unas explicaciones alucinantes... Hay dos opciones: o tienen mucha imaginación, o debido a que en Petra estuvieron viviendo personas hasta hace dos telediarios (hay gente de mi edad, 28 años, que nació en cuevas) se ha transmitido de boca en boca.



Nuestra guía, que sí hablaba bien inglés (no como el de Santa Catalina), nos explicó que los nabateos construían grandes tumbas, porque creían que la vida verdaderamente importante es la que había después de la muerte. Sus casas, para esta vida, simplemente eran cuevas en la roca. Bueno, cuevas en la roca o simple tiendas de campaña, similares a las usadas hoy día por los beduinos del desierto.
Cada uno de los triángulos que hay sobre la tumba de la foto de arriba representa a una persona enterrada.



La entrada a la antigua ciudad se hace a través del Siq, una garganta aparecida en la roca debido a las fuerzas tectónicas. El Siq es, sencillamente, impresionante. Una maravilla en sí mismo.



Este punto es, oficialmente, la entrada a la ciudad, el comienzo del Siq. Se puede ver restos del arco que otrora estuvo en pie.



A lo largo del Siq, se encuentran las tuberías que llevaron el agua hasta la ciudad. Cortando el agua que corría por estas tuberías fue como los romanos consiguieron vencer a los antiguos habitantes de Petra, los nabateos.



En algunos puntos, la garganta llega a medir hasta 210 metros de alto.






Esto es, supuestamente, un altar.
Si sólo te dijeran esto, te lo creerías y punto, porque realmente sí tiene forma de altar. Pero es que, además, te añaden todo lo que había dentro y delante del altar: el velo que lo cubría, la imagen que había, las ofrendas que ponían... Y claro, todo esto, o está escrito en alguna parte, o se ha transmitido de boca en boca, o le han echado una imaginación que no me veas!





Y aquí la piedra que parece un pez o un elefante, en función del lugar desde el que la mires.







(Hubo un problemilla con esta foto, porque el mismo objetivo le hizo sombra al flash. Me ha pasado más de una vez, así que tendré que investigar para seguir mejorando. Al fin y al cabo, era el primer viaje que hacíamos con la cámara).
De todas formas, la altura de la garganta es, en ciertos puntos, muy impresionante.



En todas las culturas tienen árboles de la vida. A pesar de verse poco, (no es cosa de la foto esta vez, sino que está así de delicadamente tallado en la roca) es realmente muy bonito.



Éstos no me acuerdo quiénes eran, pero en el primero se diferencian bien los pliegues de la ropa, las tiras de las sandalias... por lo que deben haber sido esculturas realmente bonitas.



La tubería que mostré anteriormente se divide en dos para abastecer dos sitios distintos de la ciudad.





Y por fin, después de mucho andar (una caminata maravillosa, por otra parte), se atisba el Tesoro.



Una maravilla, que esconde el Santo Grial (como nos demostró Indiana Jones).



Los "huecos" en la pared a los lados de la impresionante fachada son escalones hacia la otra vida, que deberán seguir los jinetes que se encuentran junto a los caballos, que no sobre ellos.





Como en el Sinaí, también tenías la opción de volver en camello. Quizás si hubiéramos ido hasta el final de la ciudad de Petra hubiéramos estado demasiado cansados, pero como sólo llegamos (por cuestiones de tiempo) al teatro romano, ni siquiera nos lo planteamos. Además de que, como en cualquier lado, seguro que al final te piden hasta los riñones, antes de dejarte bajar del camello.



Y éstos los "piratas" que gestionaban los camellos. Parecen sacados de "Piratas del Caribe".



Y volviendo a lo arqueológico, éste es el interior del Tesoro. Por una de esas puertas debió colarse Indi para buscar el Santo Grial. No hemos visto la película de nuevo todavía desde que volvimos del viaje, pero creo que ya va siendo hora.





Y esto otra cámara subterranea que descubrieron recientemente.



Pero el Tesoro no es lo único bonito que encuentras en la ciudad rosada.



Un ejemplo de los distintos colores de roca que se encuentran en Petra.
En todas las tumbas de los nobles encontramos escaleras talladas en la roca. Son el camino hacia la otra vida que debían seguir los allí enterrados.





Y como siempre ha habido clases, éstas son las tumbas de los pobres.



Y, por último, el Teatro.



Lo construyeron los nabateos con una capacidad de unas 3500 personas y lo ampliaron los romanos a 8000 localidades.
El guía nos dijo que el número de localidades significaba un porcentaje de la población total de la ciudad (no en este caso, sino en todos, al parecer), pero no consigo recordar de qué porcentaje se trataba, y he buscado en Internet, pero no he tenido suerte. Si alguien puede ayudarme...









Y esta debe ser la tumba del perro de la familia real... ;o)



De izquierda a derecha: Carla, Cristina, Yo, Ismael y Guillermo. Compañeros de viaje.

Aunque sólo llegamos hasta el Teatro, a una hora de allí se encuentra lo que se conoce como el Monasterio, ascendiendo desde la calle de las Columnas.
No nos dio tiempo a verlo porque teníamos que volver para coger el avión.
Realmente no lo entendí, porque el avión era alquilado, más o menos, para la excursión, lo retrasaron una hora porque habíamos salido una hora tarde, por lo que podían haberlo retrasado un par de horas más. Además, después estuvimos esperando a los pilotos más de una hora en el aeropuerto, en el que ni siquiera había una tienda de chucherías.
Mi recomendación es, sin duda, pasar la noche en Petra: ver la ciudad durante el día con tranquilidad, llegar a todos los lugares maravillosos que existen allí y, después, volver a visitarla por la noche, recorrer el Sig iluminado con velas y escuchar música beduina frente al Tesoro.